Historia del Castillo de Santa Florentina

El Castillo de Santa Florentina está construido sobre una antigua villa romana («Domus»), que fue un casco urbano y zona vinícola.

En el siglo XI el edificio se convirtió en una masía fortificada para combatir las incursiones piratas de la época, actualmente incorporada al conjunto arquitectónico del Castell de Santa Florentina.

Las fuentes documentales nos aportan noticias de los señores feudales Guadamir de Canet (1024) y Gilabert de Canet (1041), pero no será hasta el siglo XIV, bajo el patrocinio de Ferrer de Canet -bisnieto de Gilabert- cuando la Domus logrará su máximo esplendor.

Ferrer de Canet, caballero noble y embajador de Alfonso el Benigno a la corte pontificia de Aviñón, obtiene el permiso para fortificar la casa con las dos torres de la portalada medieval en barbacana, una de las cuales sirvió para alojar unas reliquias de Santa Florentina que el Papa Benedicto XII, desde Avignó, le regaló.

A finales del siglo XVI se incorpora en la Casa Fuerte el linaje de los Montaner a través de Felip Dimas de Montaner, consejero y ciudadano honrado de Barcelona, durante varios siglos.

Será a finales del siglo XIX cuando Ramon de Montaner i Vila, importante empresario barcelonés y copropietario de la editorial Montaner i Simón (hoy sede de la Fundació Antoni Tàpies), recupera la Casa Forta y encarga a su sobrino Lluís Domènech i Montaner su restauración y ampliación.

Lluís Domènech i Montaner fue uno de los máximos exponentes del modernismo catalán, quien, junto con su equipo de artistas -los mejores artesanos de la época-, introduce vitrales de diseños variados, grandes piezas de mármol con mosaicos en los suelos, maderas en talla y almohadillados en los techos, cerámicas, hierro forjado y esculturas que armonizan unos espacios totalmente equilibrados y llenos de color, luz, formas y volúmenes.

El proyecto final se define como un palacio residencial de veraneo con toques medievales y románticos, fusionados en plena armonía, con un estético y creativo lenguaje modernista.
Esta reforma inspirada en elementos medievales, modernistas y neogóticos le dio al Castell un gran renombre.

La denominación de Castell de Santa Florentina reúne la herencia de las reliquias y el recuerdo de la esposa de Ramon de Montaner, Florentina Malató y Surinyach, que murió repentinamente antes de que finalizara su ampliación.

En el año 1908, el rey de España Alfonso XIII acepta la invitación de Ramon de Montaner para visitar el Castell y pasar unos días con su corte y otras personalidades de la época.

Dos años más tarde, en 1910, el rey concede el título de I Conde del Valle de Canet a Ramon de Montaner, en reconocimiento a su tarea industrial y cultural.

En el año 1921 muere Ramon de Montaner y deja este espléndido legado a su descendencia.